Por: Raiza Arango Medina
Conocido como el principal heredero y promotor de la escuela cubana de Gineco-Obstetricia, el doctor Celestino Álvarez Lajonchere (1917-1999) fue quien, con sus conocimientos y ética, trazó un camino para las ideas contra las posiciones conservadoras relacionadas con el empleo de métodos anticonceptivos y su reivindicación del disfrute del sexo.
Desde su creación, Lajonchere dedicó incansables horas a la presidencia del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual.
De ascendencia asturiana, Celestino Álvarez nació en la antigua provincia de Las Villas. Se graduó en 1944 en la Universidad de La Habana de la carrera de medicina, y por su desempeño estudiantil ganó una plaza de Alumno Interno en el Hospital Universitario «General Calixto García».
Según la bibliografía médica, el prestigioso galeno es uno de los más completos obstetras cubanos del siglo XX. Entre sus méritos se encuentra que fue él quien realizó las primeras esterilizaciones puerperales en Cuba y asistió como su ayudante a la primera cesárea televisada del país.
Además, en la década de los 50 desarrolló sus principales aportes a la práctica obstétrica en Cuba: la introducción de fórceps de Luikart-Simpson, la demostración radiológica de las ventajas del después llamado «parto vertical»; la exposición de los fundamentos teóricos y aspectos prácticos de la profilaxis en el parto (1953); la modificación de las espátulas de Thierry (1955); una valva suprapúbica para la operación cesárea (1956) y su estudio sobre la posibilidad de inducir el parto y el aborto por decolamiento de las membranas ovulares de su inserción uterina (1956).
No es hasta 1963 que, bajo su dirección comienza la preparación de las normas de Obstetricia y Ginecología durante 12 años dentro del Grupo de Trabajo de Educación Sexual. Como fundador de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad en 1986 publicó sus trabajos más representativos como «La contracepción intrauterina inmediata postaborto»(1966); «Política de población» (1967); «La protección de la salud en el marco de la liberación de la mujer»(1968); «Bases para una política demográfica»(1969); «La juventud y la educación sexual»(1972); «La Gineco-Obstetricia: situación actual y perspectivas»(1973); «La atención a la madre en América Latina»(1973); «Población y salud»(1974); «El gineco-obstetra ante la problemática poblacional»(1974); «La población, la familia y el bienestar humano»(1974); «Mortalidad materna: cómo se estudia en Cuba»(1976); «Atención médica y factores socio-biológicos»(1976) y «El embarazo y la adolescencia»(1985).
Al profesor Lajonchere también se le debe la introducción, teórica y práctica, del análisis científico de las muertes maternas, en la cual participó personalmente durante años y que se introdujo por Resolución Ministerial desde su creación, influyendo esta tecnología en la reducción de las mismas.
Sus concepciones sobre el aborto, que lograron imponer la concepción científica y social sobre el mismo, permitieron flexibilizar la legislación vigente y vencer concepciones moralistas burguesas, religiosas y retrógradas de la década de los 60. Además consiguió llevar a los hospitales públicos la práctica de la interrupción del embarazo no deseado dentro de determinadas regulaciones, en un medio técnicamente seguro y realizada por profesionales bien entrenados. Ello permitió reducir en corto plazo las complicaciones y muertes causadas por el aborto provocado clandestino, criminal e ilegal.
También fueron conocidos sus múltiples trabajos y tiempo dedicados al tema del embarazo en la adolescencia. En todo ello se pusieron de manifiesto su poder educativo y persuasivo, su bondad, su modestia.
En sus años de vida, no hubo un congreso nacional e internacional, reunión científica, taller, entrevista en la radio, la televisión, conferencias a distintos niveles o múltiples actividades en que el doctor Lajonchere no expusiera sus conocimientos sobre la educación sexual.