Fecundidad cubana: buscar políticas con los pies en la tierra

Publicado por Dixie Edith en SEMlac

Las bajas tasas de fecundidad de la población cubana tienen un origen multicausal, responden a tendencias ya consolidadas en el tiempo y se mantendrán por debajo del reemplazo poblacional, aseveran especialistas.

«Cuba es el país de transición demográfica más avanzada de América Latina y el Caribe, fundamentalmente a partir de la disminución de sus niveles de fecundidad, desde hace ya 33 años», aseveró a SEMlac Juan Carlos Alfonso Fraga, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), a fines de 2013, al presentarse los primeros resultados del Censo Nacional de Población y Viviendas, realizado un año antes.

Según esa investigación macro de la población, el país cuenta con poco más de 11 millones 167.000 habitantes y su población total disminuyó en 10.418 personas en la década transcurrida entre 2002 y 2012.

Las mujeres de la isla caribeña no cubren desde 1978 el nivel de reemplazo poblacional, al no dejar al menos una hija por mujer al final de su vida reproductiva, al tiempo que se ha ido acentuando la expectativa de familia pequeña.

Las proyecciones de especialistas no apuntan a una modificación de esos comportamientos.

Para Grisell Rodríguez, subdirectora del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana, «los niveles de fecundidad se mantendrán bajos y sostenidos y la población continuará descendiendo hasta llegar a algo más de 10 millones de personas.

«En Cuba se ha ido consolidando una expectativa de familia pequeña», aseveró Rodríguez en marzo durante una edición del espacio Letra con Vida, del Centro Dulce María Loynaz, dedicado a la reflexión y el diálogo sobre la cultura de la salud.

«En cualquiera de los escenarios previstos, no se alcanzaría nunca el nivel de reemplazo en la tasa global de fecundidad en Cuba», confirmó a SEMlac el doctor Juan Carlos Albizu Campos, economista de origen y también investigador del CEDEM.

Para la doctora María Elena Benítez, también del CEDEM, este descenso de la fecundidad de las cubanas requiere una explicación que va más allá de la dinámica interna de las variables demográficas.

«En este sentido, son de obligada referencia medidas como la verdadera igualdad jurídica con el hombre, la masificación de la enseñanza gratuita y la realización de campañas por la elevación de la escolaridad de toda la población, la instauración de un programa nacional de salud gratuito, priorizar la atención materno-infantil y la garantía del empleo, entre otras».

El libre acceso a los métodos de planificación familiar, la opción del aborto legal, gratuito y en condiciones seguras, y la elección por parte de muchas mujeres del desarrollo profesional por encima de la maternidad, sobre todo en el caso de los segundos hijos, se suman a las causas.

Problema no, desafío sí

A diferencia de lo que parecen indicar los insistentes reclamos para «elevar la fecundidad» desde los medios de comunicación, y también desde el discurso de no pocos funcionarios públicos, la mayoría de los especialistas en demografía se niegan a considerar la baja fecundidad como un problema.

Para Rodríguez, se trata más bien de entenderla como el resultado de las políticas públicas que Cuba lleva aplicando desde hace medio siglo, que incluyen las garantías de los derechos sexuales y reproductivos y de acceso a la educación, la salud pública y la incorporación social y laboral de las mujeres.

Alfonso Fraga estima, en tanto, que «más que políticas de estímulo a la fecundidad, que nunca subirá a los niveles necesarios», se debe continuar garantizando el derecho de la mujer a decidir sobre su descendencia e impulsar programas para afrontar el reto que representa el envejecimiento derivado, entre otras causas, de esa baja fecundidad acumulada.

Albizu Campos va más allá y recomienda preguntarse si Cuba necesita realmente «un retorno a niveles de fecundidad mayores que los actuales» o rediseñarse para vivir en una sociedad de familias pequeñas y alto grado de envejecimiento, pero con calidad de vida.

Rediseñar un país

Raquel Martorel García, con 33 años y un flamante doctorado en ciencias farmacéuticas, consideró hace unos meses que ya era el momento de «ser mamá».

Ella y su esposo acudieron al médico de familia y se realizaron un chequeo completo de salud que arrojó resultados satisfactorios.

«Pero cuando fui al ginecólogo para que me quitara el dispositivo intrauterino y poder salir embarazada, estuvo alrededor de media hora convenciéndome de que, con mi edad y siendo primeriza, tendría un embarazo de alto riesgo», explicó Martorel a SEMlac.

Hoy, la pequeña Dayana, nacida a término, de parto natural y tras una gestación sin problemas, es evidencia de que los temores del especialista, al menos en el caso de Raquel, eran infundados.

«Y me gustaría verle la cara cuando le diga que en un par de años voy a tener el segundo», comentó la experta farmacéutica con una sonrisa.

Para Rodríguez, aunque en Cuba exista ya tradición de tener pocos hijos, «el valor de la maternidad no está abandonado».

La Encuesta Nacional de Fecundidad realizada en 2009 por el CEPDE, de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), refirió como cantidad ideal de hijos 2,1 para las mujeres y 2,3 para los hombres.

Sin embargo, una migración fundamentalmente femenina y joven, ineficiente infraestructura de apoyo al hogar, déficit de viviendas, aspiraciones de desarrollo profesional y patrones de género al interior de las familias que recargan de tareas de las mujeres no ayudan a conseguir los ideales reproductivos.

«El descenso de la fecundidad cubana ha ido acompañado de cierto envejecimiento en la misma, es decir, de un desplazamiento de la edad promedio de las madres al procrear, que se estima en alrededor de los 26 años», indicó la citada Encuesta Nacional de Fecundidad.

Durante un panel científico por el Día de la Población Mundial, el 11 de julio, en el Centro de Prensa Internacional de La Habana, el doctor Miguel Sosa Marín, presidente de la Sociedad Cubana de Desarrollo de la Familia, lamentaba que se ha multiplicado el riesgo de muertes maternas producto del corrimiento de la edad de las gestaciones.

Pero ese escenario es bastante común en países con niveles de fecundidad similares a los de Cuba y sus sistemas de salud se han adaptado a embarazos en los 30, e incluso en los 40 años.

Expertos coinciden en que la solución para Cuba radica en diseñar una sociedad donde todas las personas puedan ejercer sus derechos y satisfacer sus necesidades, más que en aplicar políticas de estímulo a la fecundidad de dudosos resultados.

Tomado de http://bit.ly/WfLDdj

Centro Nacional de Educación Sexual

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