¿Prostitución o trabajo sexual?, una mirada intercontinental

SimposioLa diversidad de posiciones sobre fenómenos como la prostitución y el turismo sexual en la segunda década del siglo XXI quedó evidenciada en el 1er Simposio Internacional Violencia de Género, Prostitución, Turismo Sexual y Tráfico de Personas, realizado en La Habana del 28 al 30 de noviembre pasado.

La integrante del Parlamento Europeo por Suecia, Marianne Ericksson, presentó su ponencia titulada Trabajando en contra de la violencia contra las mujeres – una visión política, en la que relató la experiencia de su país, desde finales de la década de los 90’ del siglo XX, en el enfrentamiento a la prostitución desde la penalización al cliente.

Según la legislación de ese país europeo toda persona que se procure —o intente procurarse— un trato carnal ocasional a cambio de remuneración, será condenada por compra de servicio sexual a multa o pena de prisión hasta un año.

“No se trataba solo de algo que se me ocurriera a mí —aclaró la experta refiriéndose a la solicitud al Parlamento Europeo de aprobar una enmienda contra la prostitución —, ya se había debatido durante mucho tiempo entre las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres, pero la idea nunca había madurado lo suficiente como para reflejarlo en una propuesta legislativa”, agregó.

A partir de este avance, comentó Erickson, otros países como Noruega e Islandia también aprobaron, prácticamente, la misma legislación. Enfatizó la importancia de que Francia promueva una legislación que castigue a los compradores, y mencionó la relevancia de que este país adopte una postura de este tipo.

Erickson relató cómo, al concluir su mandato en el Parlamento europeo en el año 2004, se incorporó a la agencia ONU-mujeres en Suecia.

“El sistema de las Naciones Unidas también desea que estos temas se destaquen aún más — relató—. No es solo la industria del sexo la que trata de hacer cabildeo con los políticos, en el Sistema de Naciones Unidas también hay grupos de cabildeo, en especial ONUSIDA, que propone todo el tiempo, la aceptación de los trabajadores del sexo, combatir la trata y aprender de los países de Europa Occidental que han reglamentado y aceptado la prostitución como un trabajo legal. Sin embargo, en los Estados donde se ha legalizado la prostitución existe una trata enorme de seres humanos para la explotación sexual”.

La experta argumentó que estos enfrentamientos han tenido su impacto en agencias como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización Mundial de la Salud. “Yo comprendo que debemos combatir el VIH y el sida, pero no puede circunscribirse al contexto de la prostitución, son dos temas totalmente independientes”, consideró.

“En ONU-Mujeres comenzamos a invitar a trabajadores sociales y a policías a nuestras charlas para conocer cómo funcionaban las cosas en Suecia. ¿Acaso la legislación surte efecto? ¿Acaso las fuerzas policiales hacen un trabajo eficaz? ¿Acaso los trabajadores sociales están debidamente capacitados para lidiar con prostitutas y prostitutos?”, interrogó.

La experta argumentó que todo esto condujo a una conferencia celebrada en Estocolmo con todas las fuerzas laborales europeas. “Fue una enorme tarea porque había muchos intereses diferentes, muchas personas opinaban que la prostitución es un trabajo en cualquier parte del mundo, y no es así: a) porque no es un trabajo y b) porque el trabajo más antiguo de las mujeres es ser parteras.

Para Ericksson, en tanto, no se puede hablar de trabajo en una relación en que  la participación se produce desde espacios totalmente diferentes: la única persona libre es la que tiene el dinero en la mano y, en lugar de comprar unas flores, compra a otra persona.

La intervención de la experta sueca generó el debate sobre el uso del término trabajo sexual y su reconocimiento por el movimiento feminista a partir del surgimiento de organizaciones integradas por mujeres que viven de la prostitución, se ven a sí mismas como trabajadoras sexuales, y defienden sus derechos como tales.

La funcionaria del Ministerio de Cultura, María Mederos, interrogó acerca del cabildeo y las conversaciones que existieron entre los parlamentarios, si hubo un proyecto comunicacional a gran escala y cómo fue acogido por la población sueca y por el gobierno.

En respuesta a la interrogante de Mederos, Erickson apuntó que tuvo muchos debates con los miembros alemanes electos al Parlamento Europeo antes de que legalizaran la prostitución y también con los colegas de los Países Bajos, donde dos institutos muy poderosos han abogado fuertemente para legalizar el mercado de la prostitución.

Lo mismo ocurrió en Alemania, donde una organización cabildeó de manera intensa para legalizar el mercado y establecer un impuesto así como seguridad social, o sea, ver la prostitución como cualquier otro empleo.

“A menudo yo me siento muy molesta porque el mercado negro ha seguido haciendo gran cantidad de dinero y los chulos se convierten en empresarios. Ha habido un aumento enorme en el número de hombres que pasan a la prostitución en estos dos países, muchos más en la actualidad que en el pasado. Una vez legalizado el mercado, se ha visto este incremento, así como un mayor tráfico de personas y acciones ilegales.

“La mayoría de los prostitutos no se integran a estos sindicatos porque cuando solicitan otro empleo en un país diferente no pueden declarar que trabajan en este sector.  No hay forma de hacer carrera y cuando se jubilan será como en el ballet.  ¿Al tratar de aceptarlo como algo común ha dejado de estigmatizarse? No es así; no he conocido a nadie que desee que un pariente integre este mercado. Casi existe un consenso político en entorno a que la legislación sueca sí ha surtido efecto y es apoyada por la mayoría de la población”, enfatizó.

Al calor de este debate, el sociólogo dominicano Santo Rosario Ramírez apuntó que cuando una mujer que se dedica al mercado sexual realiza esta práctica en otro país hay dos caras de la moneda: el país de origen y el de destino; además, hay varios actores involucrados, no solo el comprador  y el vendedor.

“Lo que usted llama prostitución yo lo llamaría trabajo sexual —enunció como parte de esta polémica sobre considerar la prostitución como un empleo común—, ¿Por qué una mujer se dedica a vender su cuerpo para obtener dinero? ¿Qué lo genera: el cliente o la sociedad? ¿Qué oportunidades se le dan a los inmigrantes en el país de destino para ganarse la vida con una actividad que no sea el trabajo sexual?”, cuestionó el dominicano.

“Las mujeres llegan a la prostitución para obtener dinero a cambio porque son pobres; toda esta industria, desde cualquier punto de vista, tiene que ver con el dinero —reflexionó Erickson como respuesta al dominicano—. Las mujeres en ocasiones son abusadas sexualmente, y esto es importante tenerlo en cuenta, no solo para prevenir, porque esta situación también afecta familias enteras”.

Por su parte, la antropóloga Adriana Piscitelli indagó acerca de la prostitución organizada en Suecia y refirió que en Brasil desde la década del ochenta del pasado siglo, existen organizaciones de prostitutas con miles de miembros que afirman ser trabajadoras sexuales y están en contra de la penalización del cliente; sin embargo, en los ambientes feministas se aboga porque exista una voz que organice a las mujeres debido a la estigmatización que sufren las prostitutas, quienes, sin embargo, forman una grupo.

“En los años setenta hubo muchas investigaciones sobre la prostitución y por primera vez los investigadores discutieron directamente con ellas y las trataron como seres humanos `normales`, y creo que la legislación que tenemos hoy comenzó con aquellos informes”, comentó Erickson y agregó, con respecto a la estigmatización, que es muy difícil apartarse de ese fenómeno. “Las personas que supuestamente abogan por la no estigmatización, realmente promueven el mercado. Creo que la sociedad siempre verá la prostitución como un trabajo vulnerable, incluso en los países que han intentado organizarla de manera legal.”

La continuidad de esta polémica en torno a si debe considerarse la prostitución como un empleo común, continuó con la ponencia Políticas públicas, violencia de género y trabajo sexual en República Dominicana, del sociólogo Santo Rosario Ramírez, quien retomó el tema de si es o no un derecho de la mujer hacer con su cuerpo lo que quiera en este ámbito mercantil. No obstante, Rosario Ramírez aclaró que la gran mayoría de las mujeres que se dedican al trabajo sexual lo hacen debido a la pobreza, la exclusión social y las desigualdades de género.

El experto hizo un llamado de atención hacia la necesidad de tener en cuenta en eventos de este tipo a las personas implicadas en esta situación. “Hacen falta los actores que nosotros queremos representar: las voces de las mujeres. ¿Por qué?, porque ellas tienen voces, están ahí y hay que escucharlas”, señaló.

El sociólogo expuso que muchas mujeres realizan el trabajo sexual fuera de República Dominica; y son maltratadas aun cuando envían remesas que contribuyen al desarrollo del país. Al referirse a esta problemática, Ramírez apuntó que el traficante surge de una realidad que es promovida muchas veces por los propios gobiernos. “Hay globalización económica para algunas cosas, pero hay cierre de fronteras para otras. Los pobres y las mujeres no tienen libre derecho al tránsito y si no entendemos esos fenómenos no vamos a encontrar soluciones o programas viables”, reflexionó a partir de la problemática que vive hoy la República Dominicana.

El especialista señaló que en abordaje de estas cuestiones y el establecimiento de políticas públicas como vías de soluciones, la epidemia del sida significó un punto de giro porque permitió que una serie de grupos —hasta entonces no tomados en cuenta—, comenzaran a tener visibilidad. Expuso que la prevalencia de la epidemia sigue siendo elevada en la población que se dedica al trabajo sexual, que no contiene solamente a mujeres biológicas, aunque se han hecho pocos estudios sobre seroprevalencia en personas trans.

Refirió, además, que las personas trans que se dedican al trabajo sexual sufren abuso policial, son estigmatizadas y se vinculan a las drogas y el alcohol. Para ilustrar esta situación, presentó datos sobre la realidad dominicana: el 80% de las trabajadoras sexuales trans reportan haber sido arrestadas o detenidas, y el 36% indica haber tenido sexo con la policía para evitar arresto.

“Hay que dar una mirada más sincera y más realista a lo que está pasando en el mundo del trabajo sexual. Si realmente queremos hacer programas que impacten en ellas, debemos replantearnos los que hasta este momento estamos llevando”, reflexionó y agregó que se está abogando por la existencia de políticas públicas que le ofrezca la posibilidad de insertarse en el mercado laboral a las mujeres que lo deseen, mediante el acceso a capacitación y un servicio de salud apropiado. Además, enfatizó en el tema del empoderamiento.

Dialogando

La ponencia de Rosario Ramírez reanimó el diálogo en torno a las trans, la lideresa del Proyecto Palomas, Lizette Vila, se refirió al rol de los medios de comunicación en el tratamiento de este tema. “No siempre somos los culpables. Hablo por quienes hemos tenido la responsabilidad durante tantos años de recoger esos testimonios de dolor y crueldad. Veo la necesidad de desempolvar todos esos registros audiovisuales cubanos que tenemos para que salgan a la luz. Son muchas y muchos quienes realizan estas obras sociales de activismo.” Vila consideró que a veces tiene más espacio una puesta en escena, una exposición plástica o un libro, porque todavía asusta el registro inmediato que tiene el audiovisual.

La investigadora cubana Clotilde Proveyer opinó que muchas veces cuando se analiza un problema se piensa solamente en la realidad propia. “En Cuba tenemos problemas, entre los que se encuentra la prostitución, y aunque nuestra realidad es muy diferente, tenemos que perfeccionar las políticas públicas para que los sectores aun excluidos pueden incorporarse con plenos derechos a las sociedad”.

La directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), Mariela Castro Espín, planteó, refiriéndose al Simposio, que “propiciamos este encuentro porque cada región tiene problemas relacionados con estas temáticas, pero también se han logrado acuerdos sociales para atenderlas, y hay, además, estudios académicos que ofrecen ideas para trabajar. En algunos lugares se ha logrado una mayor voluntad política y en otros ninguna. Los seres humanos migran por todo el mundo, y si no existen políticas adecuadas, llegan con mucha vulnerabilidad en sus derechos y son propensos a este tipo de negocios”, reflexionó la sexóloga y agregó “que aún con lo que hemos podido avanzar, en la sociedad cubana hemos identificado brechas y dificultades, por lo que necesitamos aprender de todas las experiencias.”

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