¿Pagar o no pagar?

DSCF6144

¿Comprar sexo responde a un factor biológico? ¿Cuáles son las fantasías de los hombres respecto a la compra del sexo?¿Cómo proteger a las personas que viven de realizar esta práctica? Estas fueron algunas interrogantes que movieron el diálogo a partir de la conferencia El lado de la demanda de la prostitución y el tráfico humano, del sociólogo sueco Sven-Axel Mansson.

“¿Acaso nace un hombre para comprar sexo?”, interrogó Mansson en su presentación,  parte del programa del 1er. Simposio Internacional violencia de género, prostitución, turismo sexual y tráfico de personas.

El experto reflexionó acerca de la influencia de determinantes biológicos a la hora de adquirir este servicio. “La prostitución tiene que ver con hombres que tratan de satisfacer sus deseos biológicos, lo que se ve como un acto natural”, planteó e inmediatamente aclaró que “no hay evidencia que apoye esta hipótesis”.

Mansson refirió una serie de particularidades relacionadas con estas motivaciones masculinas ante la posibilidad de comprar sexo y comentó que la disposición de los hombres de pagar varía de país a país y de cultura a cultura, lo que ilustró con estadísticas sobre qué confiesan europeos al respecto.

Comentó que estas expresiones de la prostitución se moldean a partir de “las condiciones sociales prevalecientes en determinado momento histórico y aparecen nuevas formas de contacto entre compradores y vendedores.

“Como investigador creo que es sumamente intrigante conocer los motivos por los que la mayoría de los hombres no está dispuesta a comprar sexo y que esto sea más frecuente en unos países que en otros”. Entre las diferencias que pueden influir en el comportamiento de este fenómeno identificó la situación jurídica y los valores morales en dependencia del contexto.           

 ¿Cuáles son las fantasías de los hombres respecto a la compra del sexo? ¿Qué puede ofrecer la prostituta? Indagó Mansson.

Por un lado, señaló que se trata solamente de un juego, visto como el fruto prohibido y carente de afecto; por otro, reveló que los hombres buscan otro tipo de sexo con una mujer experimentada y dispuesta a cualquier actividad sexual, a diferencia de la esposa. Unida a un conjunto de expectativas misteriosas, los hombres proyectan la fantasía de cambiar el juego del género y ser pasivos en el acto sexual; mientras, para otros prevalece una búsqueda de intimidad. Mansson asoció esta última variante al fenómeno internet y refirió cómo en el ciberespacio se encuentran estas propuestas más “íntimas y mutuas”. Un tema que ha generado polémica entre estudiosas y estudiosos de la prostitución es la posibilidad de lograr una intimidad es real en relaciones condicionadas por un carácter comercial.

“De cualquier forma, el hecho de que la mayoría los hombres no adquiera servicios sexuales y que en mi país cada vez menos compren sexo, nos notifica que el cambio es posible. Cuando analizamos la legislación sueca vemos cómo hay toda una ciencia que justifica este cambio. Sé que en otros países escandinavos se avanza en esta dirección”, informó.

La investigadora cubana Clotilde Proveyer, ponente en la jornada anterior, aportó al debate sus consideraciones acerca de qué debe tenerse en cuenta a la hora de tratar estas cuestiones. “Desarrollar cada vez más políticas públicas que potencien en las mujeres la capacidad autónoma como sujeto de sus derechos en el ejercicio de la sexualidad y, por otra parte, trabajar más para producir espacios culturales que generen un freno a esta situación”, fueron valoraciones expuestas por la especialista.

Proveyer agregó que el empoderamiento no puede verse solamente como la capacidad de la mujer de acceder al trabajo en igualdad de condiciones, y coincidió con Mansson en la importancia de tener en cuenta las particularidades de los contextos y las culturas. Nuevamente coincidió con el experto en que la necesidad masculina de pagar por sexo depende de cuestiones construidas a lo largo de siglos y no de factores biológicos.

Mansson puso sobre el tapete otra cuestión bastante compleja sobre todo desde el punto de vista ético. Desde su experiencia en Suecia, apuntó que los profesionales de la salud y trabajadores sociales reconocen adoptar una actitud pasiva ante jóvenes que comienzan a descubrir su cuerpo y deciden, por ejemplo, tener relaciones con más de un muchacho. “Creo que esto es algo problemático porque nuestros profesionales, al parecer, no están al tanto de lo que ocurre y no tienen los conocimientos para juzgar lo que es problemático y lo que no lo es. Debe haber una combinación para contener un poco esta parte salvaje de los jóvenes, no solo elaborando normas, porque estas dan una directriz, pero no ofrecen respuestas”, reflexionó.

El experto mencionó un proyecto que consiste en la intervención de trabajadores sociales con jóvenes “para no llegar a algo negativo, porque aún no sabemos cómo lidiar con estos problemas. Si queremos empoderar tenemos que saber cómo hacerlo. Es un desafío para nuestros sistemas educativos.”

La sexóloga Mariela Castro Espín, a partir de las anteriores consideraciones, señaló  la importancia “de ponerle mucho empeño a la educación, estos temas aterrorizan cuando se escuchan historias concretas y no sabemos cómo contárselas a las jóvenes generaciones; tenemos que romper el hielo en ese asunto como en tiempos atrás se tenía miedo a hablar de la sexualidad. Pero al no hablar los estamos desprotegiendo. Hay que contarles las cosas lindas de la vida, pero también sobre un grupo de cosas de las que se debe tener conciencia para no ser manipuladas y manipulados, y tengan fortalezas a la hora de tomar decisiones. Tenemos la responsabilidad de construir el mensaje educativo para poder comunicar”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados*.


*