Afortunadamente no solo las feministas visten de naranja este 25 de noviembre. Los medios de comunicación, ya sea para estar a tono con los tiempos o quién sabe si por algunos atisbos de conciencia, se han hecho eco de la campaña por la NO violencia contra las mujeres y las niñas; sin dudas hablar del tema ya es un avance.
Pero, cuando decimos mujeres ¿a quiénes nos referimos? ¿Acaso tenemos en cuenta en estos enunciados a las lesbianas y bisexuales? Y es que aún esta visibilización del fenómeno, obviamente un adelanto considerable, excluye a aquellas que no encajan en lo aprobado por la sociedad como femenino. Queda entonces otra pregunta: ¿Y las mujeres trans? ¿Quién habla de ellas? ¿No es cierto que la indiferencia es también maltrato?
Esta puede ser una fecha oportuna para darles voz a esas personas que, amén de su anatomía, han sentido la necesidad de construir una identidad a partir de presupuestos genéricos asociados al otro sexo.
Aunque estrechamente encasilladas en el mundo del espectáculo, muchas trans en Cuba no solo se han agrupado en una red social comunitaria del Centro Nacional de Educación Sexual, sino que también se empoderan, conocen sus derechos y pasan página ante los problemas con tal de insertarse en una sociedad que históricamente las ha aislado.
Juzgarlas es a veces la vía más cómoda, pero sobran ejemplos que prueban cómo a través del trabajo con la autoestima y los derechos, se puede lograr un giro en la forma que ellas enfrentan la cotidianidad.
“En otros tiempos no pensaba en trabajar porque estaba acostumbrada a hacer las calles –cuenta una de las muchachas de la red TransCuba, Nataly–. Esos eran mis códigos y de esa manera me comportaba. Llegué al CENESEX, y al principio no lo tomaba muy en serio, pero me fui involucrando hasta formarme como promotora y facilitadora. He pasado muchísimos cursos”, comenta y resalta el trabajo que ha hecho el Centro con las personas trans. “Muchas habíamos practicado la prostitución y estábamos en las calles, no porque quisiéramos, sino porque la sociedad nos obligó a ser así. Decidí empezar a trabajar como cubana que soy, porque no me gusta decirme trans: yo soy una mujer”.
La muchacha reconoce que aún no es fácil llegar a un centro de trabajo y ser aceptada, porque en este sentido el nombre en el documento de identidad es una limitante, así como la imagen. No obstante, con la ayuda del equipo de juristas del CENESEX, ella fue contratada en un taller de costura.
“Si a mí me hubieran rechazado en otra época mi reacción hubiera sido violenta, pero aprendí que de esa manera no es posible lograr las cosas. Con esto quiero demostrar que nosotras sí podemos cambiar”, enfatiza.
En la conquista de la vida pública
A través de los espacios de interacción fomentados por el CENESEX como el 1er Taller Nacional de redes sociales comunitarias –celebrado recientemente en Camagüey–; así como el servicio de asesoría jurídica del Centro, se han podido conocer casos que prueban cómo mujeres trans a lo largo del país han logrado conquistar espacios públicos que hasta el momento les eran vedados.
Para el coordinador del servicio de asesoría jurídica de la institución, Manuel Vázquez Seijido, “hay tres avances fundamentales en la realización del ejercicio de las personas trans a participar en la vida pública sin importar, como en este caso su identidad de género, cualquier elemento que pueda generar discriminación: la delegada caibarienense, Adela; la federada Marisa y la presidenta de un Comité de Defensa de la Revolución (CDR) en Camagüey, Misleidy”; y destaca el reconocimiento de la población a la capacidad de estas muchachas.
La tunera Marisa es secretaria de base de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en el municipio Puerto Padre, cargo que, según confiesa, desempeña con mucho orgullo. “Al comienzo mi elección acarreó ciertas contradicciones porque era la primera vez que una persona trans dirigía esta organización –relata la tunera–.El conflicto principal era por el nombre en el carné de identidad; por eso yo escribí al CENESEX, se realizó un proceso y actualmente me desempeño en ese cargo sin problemas”.
“El reglamento de la FMC apunta que a sus filas pueden entrar todas las mujeres cubanas; y nos preguntamos entonces: ¿cuál es el concepto de mujer? –reflexiona el jurista– Nosotros tramitamos el caso con la Secretaria General de la Federación hasta que se resolvió”, explica.
Vázquez Seijido señala que estos logros son dignos de reconocimiento; “y además es nuestra responsabilidad socializar estos asuntos porque es parte del activismo que debemos hacer. Hablar de estos temas genera un estado de opinión y modifica algunas cosas que podemos estar pensando.
“El ejemplo de la camagüeyana Misleidy es una de las expresiones que tenemos de participación de personas trans en espacios políticos, que si bien son escenarios locales, constituyen las primeras muestras de una participación real en estas estructuras”, subraya el jurista.
Hace poco más de un año, Misleidy fue elegida por sus vecinos como presidenta del CDR. Hasta ahora, según relata, cuenta con el apoyo de todas y todos en su comité en cada acción que ella convoca. Misleidy reconoce que ella cambió su conducta, y plantea que es posible apartarse de los problemas y reincorporarse a la sociedad.
El estudio: un escenario vedado
La dificultad para acceder al estudio es otro de los temas que salen a relucir en cada oportunidad.
Cuenta la santiaguera Érika que en su provincia es una de las problemáticas por resolver. “Mi mejor amiga y yo lo vivimos en carne propia. Yo estudiaba medicina y ella estomatología, y por la misma situación, o sea, nuestra imagen de mujeres, no podíamos estar en la carrera. Yo me alejé del grupo de muchachas trans un tiempo porque ese problema me hizo sentir muy mal; pero recapacité y me di cuenta de que esto es una batalla, todo es paso a paso y no iba a resolver nada alejándome. Entendí que debía unirme para lograr algo, pues aunque no sea yo, puedo ayudar a las que vienen detrás, porque seguramente habrá otras que querrán estudiar y ser profesionales sin tener que disfrazarse para ir a la escuela”.
Ella trabaja
“Aunque hay estigma y discriminación, ellas y ellos saben reclamar sus derechos; opinó la coordinadora de la red TransCuba, Mayra Rodríguez Lauzurique y agregó que “hacer uso de estos les facilita la reinserción social, además de que se percibe en ellas una mayor intención de incorporarse y saber sobreponerse a la discriminación que puedan sufrir en un espacio laboral o escolar”.
“Yo, que soy bailarina, tengo que trabajar vestida de varón porque Cultura no admite que una persona trans pueda ser bailarina, no transformista”, dice Cezanne, de Cienfuegos. Pero a pesar de las contradicciones, reconoce cuánto ha sido posible lograr en el comportamiento de muchas mujeres trans. “Nosotras ya no somos las travestis que robamos carteras en las calles ni las que nos fajamos cuando la policía nos pide el carné. Muchas nos documentamos para conocer nuestros derechos y deberes; hemos logrado entrar a los centros nocturnos vestidas de mujer, que es un gran avance. Pero lo fundamental es entender que el cambio es posible”.