Enfrentar los prejuicios y conductas discriminatorias por orientación sexual o cualquier otro motivo es desde ahora un deber de los militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC), de acuerdo con una reciente adición a sus estatutos.
Esta importante definición llega en cumplimiento de uno de los objetivos de trabajo (No.57) que aprobó en enero del 2012 la Primera Conferencia Nacional del PCC, posterior a su VI Congreso.
Según lo dispuesto, tampoco ningún militante comunista verdadero podría ser racista, machista, misógino o mostrar intolerancia hacia las personas religiosas o que provengan de las zonas más desfavorecidas del país.
Los militantes conocimos de esta y otras modificaciones al documento rector de la organización política a través de un boletín de Información interna para los núcleos, con fecha de febrero del 2013, que ahora circula entre su membrecía.
No obstante, me tomo el atrevimiento de hacerlo público por la trascendencia de esta decisión para el activismo en defensa de la libre orientación sexual e identidad de género, para el reconocimiento de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT), así como para la labor de cualquier otra persona o grupo defensor de los derechos humanos en la Isla.
Así doy continuidad también a la idea que planteaba hace muy poco en esta misma bitácora, en relación con la necesidad de mantener un estrecho seguimiento y proporcionar más información en cuanto al chequeo de los objetivos de trabajo del Partido.
En el material titulado “Las organizaciones de base y las principales modificaciones introducidas a los estatutos del Partido Comunista de Cuba”, nos informan a sus integrantes de la siguiente añadidura a uno de sus artículos:
Artículo 7 que trata los deberes del militante, se agrega un nuevo inciso, el j), para introducir un elemento que, aun cuando siempre estuvo en la esencia de la labor político-ideológica del partido, en la actualidad adquiere una nueva dimensión. El documento rector de nuestro partido lo consagra al establecer:
“Enfrentan resueltamente los prejuicios y conductas discriminatorias por color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial y otros que son contrarios a la Constitución y las leyes, atentan contra la unidad nacional y limitan el ejercicio de los derechos de las personas”.
Que los militantes lideren este desafío contra tales males todavía presentes en nuestra sociedad, es muy relevante si tenemos en cuenta que de acuerdo con el artículo 5 de la Constitución de la República, “El Partido Comunista de Cuba, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado…”
Debo enfatizar además que la militancia del PCC, con varios cientos de miles de integrantes, tiene la obligación —como en cualquier organización partidista— de cumplir sus estatutos y reglamentos, so pena de recibir sanciones políticas en caso de violaciones o incumplimientos.
Por supuesto, un cambio de mentalidad de esta índole no es posible imponerlo por decreto, y requiere de continuar con la labor educativa y de persuasión entre toda la población cubana, incluyendo a sus militantes comunistas.
No creo revelar ningún secreto de mi Partido si les cuento, además, que mis camaradas de la organización de base donde milito —aún antes de conocer sobre esta modificación—, me pidieron en junio último por primera vez que les hablara sobre los resultados de la VI Jornada Cubana contra la Homofobia, lo cual suscitó un rico y respetuoso debate que me hizo sentir muy orgulloso de ser comunista.