Con un breve artículo de nuestra autoría, publicado en el periódico Juventud Rebelde el 14 de mayo de 2008, se informaba acerca de ese nuevo proyecto que muy pronto vería la luz; parece que fue ayer, sin embargo, el cine Club Diferente cumple este 2013 su primer quinquenio; el texto entregaba a los lectores una breve fundamentación de sus características y objetivos esenciales, los cuales, en términos generales, se han cumplido satisfactoriamente hasta hoy.
En el pórtico de la primera Jornada contra la Homofobia (actividad que ha tomado fuerza cada año, que ha patentizado su valía en la “alfabetización” en torno a la sexualidad a gran parte de la población) echó a andar este proyecto.
Más que un cine club se ha tratado de todo un proyecto educativo-cultural donde hemos aprendido un poco más acerca del complejo y variopinto mundo de la sexualidad en sus tantas manifestaciones y tendencias. Para algunos, confesamente, las sesiones mensuales de filmes y debate han significado una verdadera “alfabetización” en la materia: personas de variados estatus sociales, académicos, edades y orientaciones llegaron a sus primeras funciones hace 5 años absolutamente ignorantes sobre la mayoría de sus ítems, cargando con sus propios prejuicios de todo tipo, y han ido evolucionando, aprendiendo, desterrando fobias (in)conscientes o internalizadas. Por tanto, ha constituido una verdadera escuela.
La sostenida y sistemática labor de asesoría, activismo y participación directa de especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) como su propia directora Mariela Castro, su subdirectora Mayra Rodríguez o expertos tan entusiastas como el Dr. Alberto Roque y Camilo García, amén de colaborar con material audiovisual, como es el caso de Rafael Caldas y su grupo HSH, así como personas adscritas a otros de sus proyectos han estado presentes en muchas de las sesiones del Cine Club evacuando dudas, aclarando errores e iluminando con sus conocimientos y experiencias los debates.
Respecto a estos, ha habido en este quinquenio tanto excelentes momentos como otros menos sustanciosos: participaciones tan entusiastas como erráticas, manifestaciones de catarsis y explosiones honestas, sinceras, de gente que, digamos, por primera vez confesaban públicamente su filiación erótica –lo cual caracterizó el Cine Club desde sus inicios como un espacio también de socialización y confrontación- junto con resabios homofóbicos procedentes en ocasiones de posturas religioso-fundamentalistas o amparadas en mal proyectadas actitudes “políticas” ( muchas veces fruto de la ignorancia, sin auténtica “mala leche”) pero que encontraron la rectificación oportuna y certera de otros tantos participantes, especialistas o no.
Dentro de esto, valga destacar la diversa constitución del público; temíamos de veras que el espacio deviniera gueto gay, un marco más de encuentro entre personas que por su orientación buscaban ese tipo de cine (algo legítimo, por demás) pero que con ello parcializara demasiado la opción, que por el contario, sin dejar de ofrecer a estas personas un arte fílmico donde de algún modo se sintieran representadas, estuvo en primera instancia dirigida a los otros: heterosexuales confundidos, poco o nada conocedores de alteridades eróticas ajenas a las suyas, e incluso, con una postura homofóbica que pudiera ser abandonada tras la educación que el cine portara mediante su poder de su convocatoria y a través de relatos didascálicos, aleccionadores, rectificadores de tales posturas absolutamente erradas e injustificadas.
En este sentido, con franco regocijo comprobamos a medida que ha ido pasando el tiempo, no solo la asistencia suficientemente numerosa y sistemática de espectadores con tales características, sino que incluso confesaban en los debates su evolución, su educación, su aprendizaje; recuerdo concretamente un compañero de mediana edad que confesó sus prejuicios cuando comenzó a asistir a las funciones del Cine Club, y que en esos momentos ya era otra persona: mucho más conocedor y por tanto comprensivo, civilizado respecto a otras manifestaciones de la sexualidad que este proyecto le (de)mostraba.
Por otra parte, aunque no voy a basarme aquí exactamente en algún estudio[1] acerca de los porcentajes sociales en la asistencia, a simple vista puede apreciarse en cada encuentro la presencia de todas las edades, estratos y tendencias: como se decía, muchísimos heterosexuales pero de la más diversa procedencia: ambos géneros, profesionales obreros, amas de casa, matrimonios y todos desde muy jóvenes a adultos mayores, así como no pocos muy activos en los debates.
Hablábamos de la calidad de estos, y ello está muy ligado al tipo de filme; por supuesto que los más polémicos han sido y son aquellos cuyas propuestas conceptuales, temáticas y estéticas resultan más sugerentes y motivadoras; más de un martes nocturno en 23 y 12 o cualquier otra sala (adonde hemos debido movernos por problemas técnicos de nuestra sede habitual) ha visto prolongar la estancia del público pues esos intercambios no parecen tener fin, aun cuando generalmente demoran en “romper el hielo”.
Siendo totalmente honestos, y si bien la participación pública ha sido generalmente masiva, de llenos absolutos, no puede afirmarse lo mismo de los debates; en el mejor de los casos, la mitad o la tercera parte del auditorio es la que permanece tras el filme, lo cual en tanto coordinadores, no ha constituido en absoluto una decepción: aun para aquellos espectadores que se marchan la experiencia resulta válida: algo “se llevan” consigo, discutan o no las ideas y propuestas de cada texto fílmico que se proyecta.
También hemos tratado, y así los colegas que gentilmente han accedido a presentar los filmes y conducir la segunda parte, de no obviar el ángulo estético que todo Cineclub implica; si bien se trata de una experiencia que privilegia la educación en materia de sexualidad(es), no hay que olvidar que esta no se imparte desde un libro científico o desde un aula universitaria, sino mediante un texto artístico; por ello, en todos y cada uno de los encuentros pos-exhibición se presentan ciertos ítems que nos parecen importantes en torno al tratamiento fílmico de las temáticas abordadas. Me refería a la presencia de sicólogos, médicos y personal especializado del CENESEX y otras instancias, mas no debo obviar la de escritores, dramaturgos, ensayistas, críticos y otros colegas que han contribuido a la apreciación estética, de modo que esta no quede a la zaga y vaya de la mano de la reflexión primaria dentro de las identidades eróticas y sus conflictos ontológicos, sicosociales, históricos, políticos y de otros tipos que los filmes presentan.
En tal sentido, hemos intentado el equilibrio tanto en los sujetos representados como en las tendencias artísticas del cine programado: a pesar de las dificultades para conseguir buenos títulos (se sabe que muchos saturan el mercado pero no siempre con el mínimo de rigor y alcance en sus respectivas facturas) hemos logrado que todo sin excepción exhiba cuánto menos un elemental e indispensable decoro estético, sin descontar las muchísimas veces donde se ha presentado cine de la mayor altura en esos parámetros, verdaderas obras reconocidas por la crítica y prestigiosos festivales internacionales, fuera incluso de los patrocinados por el signo LGTBI.
Por otra parte, entre nuestros objetivos primordiales ha estado el alternar la presencia de todas las identidades sexuales, pese al hecho inescamoteable de que la gran mayoría de enfoques sigue siendo ocupado por el gay masculino, aunque afortunadamente los últimos años han contemplado cierto boom del sujeto trans en las pantallas internacionales, lo cual, por supuesto, no ha escapado a la programación del espacio.
Tal sentido del equilibrio ha procurado también lo propiamente cinematográfico: los géneros (comedia, drama, tragicomedia, etc; ficción/documental; cortos antecediendo los largometrajes predominantes…), las regiones (cine internacional, incluyendo por supuesto a Cuba), los períodos históricos (pasado(s) y presentes), los enfoques (políticos, históricos, personales, sicológicos, sociológicos, etc), los estilos (presencia más o menos recurrentes de autores destacados en el tratamiento de las temáticas LGTBI o realizadores noveles que incursionan por vez primera en ellos ) han contribuido a sustentar también una plataforma caracterizada por la diversidad, o al menos ese ha sido el objetivo.
De cualquier manera, en nuestra labor de fundadores y coordinadores del Cine Club , no podemos menos que sentirnos satisfechos, y desde estas páginas agradecer a todos sus colaboradores, primeramente las instituciones “madres”: Cenesex e Icaic: a la primera ya nos referíamos sobre todo respecto al apoyo profesional; sobre la segunda, ha sido un guardián de la permanencia y calidad logística del espacio, mediante el Proyecto 23 y uno de sus entusiastas especialistas, el cro. Jorge Luis G. Frómeta, a cargo de la atención directa al mismo con la realización de copias, el condicionamiento técnico y la publicidad; el Dpto de Promoción, concretamente su director, Benigno Iglesias, siempre atento a proveer soluciones alternativas de otras salas cuando 23 y 12 ha tenido problemas, la especialista Alina Reyes, también el Centro de Información con el mensuario Cartelera de cine y Video dirigida por Roberto Smith, donde la crítica y divulgación del Cine Club ha contado siempre con una columna, así como los administradores (principalmente la cra. Loyda Esther Rodríguez Tabío), proyeccionistas y personal de las salas donde habitual o esporádicamente ha sesionado Diferente: 23 y 12, La Rampa, Riviera y el Multicine Infanta.
Nuestra gratitud también a los colaboradores que nos han proveído de títulos con los cuales se ha nutrido la programación de este proyecto (Elvira Rosell, de la Casa del festival; Enrique , el realizador Juan Carlos Cremata…) que como se ve, es si no mayoritario, al menos es de muchos: gente de buena voluntad comprometida con la nobleza y envergadura de una causa que saben justa e inclusiva.
Y en ello va también la huella mediática de otras miradas y enfoques. Si por el comprometimiento que tenemos con el Cine Club estas notas sonaran demasiado parcializadas, a continuación reproduzco otros textos que durante 5 años, han ido reflejando el rumbo y la trayectoria del Cine Club Diferente: un proyecto “con todos y para el bien de todos” que en más de un aspecto, ha logrado “hacer la diferencia”.
[1] Cfr. para ello el significativo sondeo llevado a cabo por Ariel Arcaute y Carlos Prado incluído em este mismo sitio web.